Tecnológico de Monterrey - Instituto para el Futuro de la Educación
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Nov 20, 2025

«Manósfera», redes sociales y rol de los hombres

Este texto busca reflexionar sobre el concepto de "manósfera" y sobre los recientes discursos de influencers que “enseñan a ser hombre”.


Paradójico que el día de hoy, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, estemos leyendo a un hombre; o, como se diría en algunos memes de redes sociales, interesante. Este texto busca reflexionar sobre dos aspectos poco explorados en español. En primer lugar, se busca exponer que los discursos recientes por parte de influencers que “enseñan a ser hombre” son los mismos roles de género que hemos replicado por generaciones con un toque de marketing e impulsados por algoritmos alimentados por el odio en redes sociales. En segundo lugar, invitar a la reflexión (sobre todo de los hombres lectores) sobre la urgencia que tenemos como hombres de plantearnos nuevos modelos relacionales centrados en la equidad, la justicia y la no violencia.

Para mostrar ambos puntos debemos partir de una explicación conceptual sobre la diferencia entre lo masculino y el ser hombre. Muchas de las malas interpretaciones de los estudios de género parten de la carencia de esta distinción. Por más obvio que parezca, no hay ningún problema intrínseco en el ser hombre, sino en las estructuras y mandatos que construyen el cómo ser un hombre: la masculinidad. No nacemos con una predisposición natural a la violencia o a ser —presuntamente— menos sentimentales: se nos enseña [1]. La masculinidad la aprendemos a través de estereotipos nocivos y las consecuencias son reales. Por ejemplo, la caja del hombre, muestra fuertes vínculos estadísticos con estereotipos masculinos nocivos y tienen costos sociales y económicos mensurables. Estos incluyen: accidentes de tránsito, suicidio, depresión, violencia sexual, acoso escolar y violencia, y consumo excesivo de alcohol: se estima un costo mínimo de 1.400 millones de dólares que la economía mexicana podría ahorrar si no existieran los mandatos nocivos de masculinidad [2].

Hablando de masculinidad, se retoma el concepto de la “manósfera”. Término adaptado del inglés que se refiere al conjunto de redes de hombres organizados, con un lenguaje común y que abiertamente promueven discursos de odio contra las mujeres. Son hombres con ideas tergiversadas y manipuladas sobre el feminismo, las estructuras sociales y políticas que han permitido la inclusión de las mujeres en espacios donde tradicionalmente habían sido excluidas. Algunas subcomunidades de este grupo son los incels (celibatos involuntarios, por el término original en inglés); los pick-up artists –quienes se autoproclaman gurús de seducción–, o “los nuevos activistas” por los derechos de los hombres, cuyas acciones tienden ir más encaminadas al desprestigio, violencias y acosos en contra de movimientos o figuras públicas de mujeres o feministas.

Los creadores de contenido de estas comunidades han encontrado en las redes sociales un terreno fértil para lucrar con las inseguridades y ansiedades juveniles. Niños y adolescentes con intereses de bienestar genuinos, como lo pueden ser consejos sobre citas y amor, sobre rutinas de ejercicio o sobre educación financiera, terminan siendo bombardeados por discursos misóginos y son rápidamente radicalizados por visiones nocivas y tergiversadas de las temáticas originales de interés. Algunos influencers explotan la vulnerabilidad de jóvenes en crisis para crear comunidades basadas en la victimización, mientras que los algoritmos amplifican la radicalización con el objetivo final de monetizar a través de suscripciones y experiencias interactivas.

Los datos disponibles nos permiten tener una magnitud de este fenómeno sobre el porqué estamos notando una eficacia enorme en la radicalización de las juventudes. Basta una exploración de 30 minutos en redes sociales para encontrar contenidos misóginos; en suma, después de cinco días tras ser expuesto a un contenido de la “manósfera”, los contenidos relacionados llegan a multiplicarse cuatro veces en la pestaña de “Para ti” [3] y pasan a ser parte de la cotidianidad digital de las juventudes. Además, estudios demuestran que el 69 % de los jóvenes de entre 11 y 14 años en TikTok ya han sido expuestos a discursos misóginos, 79 % a materiales violentos no aptos para su rango de edad y que el 59 % de estos llegaron de   “manósfera” por la búsqueda de temáticas no relacionadas con estas comunidades [4].

Resultaría muy sencillo patologizar a los integrantes de esas redes y mencionar que “son una minoría de gente enferma” o simplemente impulsar espacios de censura para estos grupos; pero esas salidas fáciles ya se han intentado sin resultados concretos e incluso, incrementando el apoyo de estas redes[5]. También podríamos hablar sobre la corresponsabilidad y ética corporativa de no solo omitir, sino de impulsar y promover estos discursos solamente porque son muy rentables los contenidos que generan tráfico e interacción.

Si queremos un cambio cultural profundo y sistémico, debemos apostar a iniciativas que promuevan el diálogo, la empatía y la reflexión. Desde espacios educativos, nuestra responsabilidad es desmontar el contexto de vulnerabilidad que permite a las juventudes oír el canto de las sirenas y terminar atrapados en una red de misoginia cuando solamente empezaron con una duda totalmente razonable sobre cómo hablarle a su crush. Hemos pasado por alto que la mejor manera que hemos encontrado de atacar los discursos falaces es dialogando [6], con curiosidad, interés genuino y cuidados podemos guiar a las juventudes a que construyan relaciones sanas, basadas en el respeto mutuo y en la equidad.

Como hombres, nos urge organizarnos en espacios que nos permitan entablar diálogos entre nosotros mismos. No hemos podido hablar de nuestros miedos, pasiones, inseguridades y desconocimientos desde la empatía y la no violencia; lo estamos haciendo desde los mismos estereotipos y roles de género que llevamos generaciones replicando.


Acerca del autor

Axel Medina: Líder de Desarrollo ‪en Dignidad Humana, Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana. Tecnológico de Monterrey.

Estudió Políticas Públicas dentro del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y tiene más de 8 años de experiencia en el diseño e implementación de intervenciones relacionadas con derechos humanos y construcción de paz, política de drogas y desarrollo territorial. Se desempeñó cinco años dentro de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Como consultor independiente, ha participado en el diseño de herramientas para el monitoreo, evaluación y análisis prospectivo en diversos Programas de Desarrollo y Planeación Territorial de México.


[1] Para revisar los argumentos sobre cómo la violencia no es natural, revisar El Manifiesto de Sevilla sobre la Violencia en UNESCO (1992)

[2] EQUIMUNDO, (2019). The Cost of the Man Box: A study on the economic impacts of harmful masculine stereotypes in the US, UK, and Mexico: Executive Summary. Reino Unido, Estados Unidos y México, Promundo-US y Unilever

[3] La pestaña “Para ti” es un apartado en redes sociales donde puedes encontrar nuevas cuentas, contenidos de interés a partir de tus gustos e intereses.

[4] VODAFONE, (2025). AI ‘Aggro-rithms’: young boys are served harmful content within 60 seconds of being online. Consultado en: https://www.vodafone.co.uk/newscentre/press-release/ai-aggro-rithms/

[5] Se sugiere revisar el material disponible en: https://www.equimundo.org/what-is-the-manosphere/

[6] Revisar el material de Boyhood Initiative. Consultado en: https://www.boyhoodinitiative.org/resource/10-tips-how-talk-kids-about-radical-influencers/

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