Boletín SciELO-México
27/12/2025

Neoliberalismo, burocracia y Robert Maxwell: cómo las revistas científicas primaron el negocio sobre el saber

Publicado en elDiario.eshttps://www.eldiario.es/sociedad/neoliberalismo-burocracia-robert-maxwell-revistas-cientificas-primaron-negocio_1_9952229.htmlNeoliberalismo, burocracia y Robert Maxwell: cómo las revistas científicas primaron el negocio sobre el saberEl mercado editorial, hasta entonces en manos de las sociedades científicas, sufrió un primer cambio a mediados del SXX a través de la figura de Maxwell; la llegada del neoliberalismo e internet en los 90 acabó de transformarlo                                              Daniel Sánchez Caballero19 de febrero de 2023 Actualizado el 23/02/2023La Ciencia no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que los investigadores no pagaban por publicar, en el que las revistas científicas no eran un pingüe negocio y se centraban más en el conocimiento que en los ingresos. Pero una lluvia de dinero, el aumento del volumen de trabajo y por tanto de la carga administrativa y la ambición de Robert Maxwell en la Europa de la posguerra transformaron el sector.     Hoy los científicos tienen que costearse sus propias publicaciones con fondos que en teoría son para investigar, editan el trabajo de sus colegas gratis y, en ocasiones, tienen que pagar de nuevo –personalmente, los menos, o sus instituciones– por leer el trabajo que ellos mismos generan para que otros se queden con los beneficios.  Pero la Ciencia no siempre fue así, insiste Carlos Chaccour, investigador del ISGLOBAL. “Desde que aparecieron en el siglo XVII las primeras publicaciones científicas y la diseminación del conocimiento, estaba todo en manos de las sociedades científicas. Pero eran simplemente los científicos contándose sus historias y compartiendo hallazgos”, recuerda Chaccour.Luego vendrían las revistas propiamente, pero el sistema se mantuvo bajo ese modelo hasta mediados del siglo XX. Entonces, en la Europa de la posguerra se juntó todo: un modelo agotado, pequeño, ineficiente e incapaz de dar una respuesta ágil en términos de publicación a la creciente producción científica, que se acumulaba en las sociedades esperando turno, una lluvia de dinero para las instituciones y la irrupción de la persona que cambiaría el mercado para siempre.Un tipo ambicioso con muchas ideasAchacar todo el cambio que se ha producido en un sector cualquiera a un solo hombre suele ser complicado –excepto para los Henry Ford de la vida–, y más un cambio tan grande, pero quienes conocen esta historia le ponen nombre y apellido al declive: Robert Maxwell.   Maxwell es una figura intrigante. Checo de nacimiento y británico de adopción, murió en las Canarias en 1991 al, supuestamente, caerse de su barco y ahogarse, una versión cuestionada desde muchos frentes. Pese a que fue multimillonario, falleció sepultado en deudas y tras haber vaciado el fondo de pensiones de sus empleados. Sobre su figura han pesado también sospechas de que era agente del Mossad, el servicio secreto israelí, y tuvo una relación muy cercana con la URSS. Este editor ha pasado a los libros como un magnate de la prensa capaz de rivalizar con Rupert Murdoch –fueron enemigos de negocios y también ideológicos– y fue incluso diputado laborista británico. Entre todas estas actividades encontró tiempo para modificar por completo la estructura de publicación de ciencia y ser considerado el padre del actual sistema de revistas.La de Maxwell es la historia de un oportunista, una persona con ambición, visión y talento que tras pelear en la II Guerra Mundial con los británicos se encontró en Berlín en 1946, con 23 años y el objetivo declarado de hacerse millonario, según recuerda este artículo de The Guardian. Allí se encontró en el sitio exacto en el momento preciso.Tras la guerra, el Gobierno británico estaba preocupado por el paupérrimo estado en el que se encontraba el ecosistema nacional de publicaciones científicas, varios años por detrás de un cuerpo científico que incluía apellidos ilustres como Fleming o Darwin (nieto). Así que decidió relanzar la histórica editora nacional Butterworths, uniéndola con la solvente –y alemana– Springer.Maxwell, que vivía entonces en la capital germana y había colaborado con Springer, encontró en esa fusión su oportunidad. Empezó a trabajar para la nueva empresa y acabó haciéndose con ambas editoriales. El momento fue perfecto. Llamó a la unión de ambas Pergamon Press –años más tarde se la vendería a Elsevier–, y se dispuso a cambiar el sector. El primer gran movimiento, que de hecho empezó su socio, Paul Rosbaud, fue convencer a las sociedades científicas, que históricamente habían controlado sus propias revistas, de que necesitaban más publicaciones, más especializadas, cada una en su pequeño nicho. Para ello bastaba con persuadir a la persona adecuada y, premio, ponerla al frente. El siguiente paso fue vender las suscripciones de estas revistas a las bibliotecas universitarias, boyantes de dinero en aquellos momentos. El sistema estaba montado.     Una nueva revista por semanaIsidro F. Aguillo, responsable del laboratorio de Cibermetría del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, cuenta que en su momento más álgido el editor llegó a abrir una revista nueva cada semana. “Se dio cuenta del negocio que había”. En 1959, Pergamon editaba 40 publicaciones. En 1965 sumaba 150. Era la cabeza del mercado sin un rival cercano. Fue perfeccionado y ampliando el método: pasó de crear revistas a comprar las que aún editaban las sociedades, o gestionarlas a cambio de una cuota mensual.También cambió las maneras en la ciencia. Abordaba a los científicos en las conferencias para ficharlos y que editaran o publicaran en exclusiva con él. Lo hacía de manera agresiva u ofreciéndoles lujos (fiestas, viajes en barco) a los que no estaban acostumbrados. Ganó científicos para sus revistas, pero perdió a su socio Rosbaud, que no estaba de acuerdo con sus métodos. El dinero que ponía por delante podía con todo. “Era muy impresionante”, dijo en una ocasión Leslie Iversen, antiguo editor del Journal of Neurochemistry. “Cenábamos y tomábamos un buen vino, y al final nos entregaba un cheque: unos miles de libras para la sociedad. Era más dinero del que nosotros, los pobres científicos, jamás habíamos visto”.Una de las claves del éxito de Maxwell fue que supo ver (o crear) un hecho clave: el mercado de la publicación científica es infinito. Cuando se entiende que cada artículo es único, que da cuenta de un descubrimiento exclusivo y que no se puede reemplazar por otro, se llega a la conclusión de que crear una nueva revista no le quita negocio a su teórica competidora. Solo lo amplía. Cuando aparece una nueva revista simplemente los científicos pedirán a su institución que se suscriba a ella para estar informados. Y a seguir facturando.La llegada del neoliberalismoA Maxwell también se le relaciona, explica Chaccour, con la creación del factor de impacto, el índice bibliográfico más utilizado en Ciencia y que mide la frecuencia con la cual ha sido citado el artículo promedio de una revista en un año en particular. “No aceptaba todo, solo ciertos artículos, lo que favorece que se cite más, más gente quiera publicar en sus revistas y él pueda seleccionar”, explica el investigador.Según esta teoría, esto modeló el factor de impacto, que se utiliza hoy para evaluar la calidad de una revista. En ocasiones los editores también tiran de este índice para justificar sus precios, tanto para suscribirse como para publicar. Y para indexar una revista en la Web of Science (WoS) o Scopus, los dos sitios de referencia, las empresas tienen más capacidad que las sociedades científicas. Unáse a toda esta corriente el desembarco del neoliberalismo en la Ciencia y la comercialización total de las revistas y salen los ingredientes para el siguiente gran cambio en el sector de la publicación científica.Vicenzo Pavone, del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC, explica que hacia finales de los 80 “las revistas de referencia estaban gestionadas por las propias comunidades o sociedades científicas, y seguían el mismo protocolo de calidad que se sigue hoy”. Los costes de editar las revistas se cubrían con las cuotas de membresía de los propios científicos que pertenecían a estas sociedades.Pero a partir de los noventa, continúa Pavone, “las sociedades científicas empezaron a subcontratar o directamente vender sus revistas a empresas como Elsevier. Es decir, la gestión científica (gratuitamente ofrecida) se quedaba en la sociedad científica, pero la gestión técnica y comercial de la revista pasaba a ser tarea de las editoriales”.En paralelo llegó la sustitución del papel por internet. Antes de esto las revistas ya aplicaban una política de suscripciones particular, que no se basaba en el valor del producto que vendían, explica Aguillo. “Había precios diferentes para suscripciones de revistas. Uno era el individual, que podía ser 40 o 50 dólares anuales. Pero si lo compraba una institución el precio se multiplicaba por 20 o 30 hasta los 900 o 1000 dólares”. Por el mismo producto, una revista en papel.Y llegó internet: otro soporte, mismo negocioInternet lo cambió todo, también en este sector. “Aunque lo que cobraban [las revistas] por el papel ya entonces no era real, dejó de ser cierto definitivamente [sin los costes del papel y de imprimir]”, explica Aguillo. Pero a los editores les siguió pareciendo natural seguir cobrando por la suscripción; podía haber cambiado el formato, pero el producto era el mismo.Sin embargo, ante la proliferación de revistas algunas de las universidades norteamericanas más potentes (Harvard, Stanford) se plantaron, recuerda Aguillo. Pagaban muchas suscripciones y sus científicos les pedían más. No había fondos para todo. “Este fue uno de los orígenes del open access”, asegura el investigador del CSIC.Ante el pie en pared de muchos clientes y el impulso de las instituciones de la “ciencia abierta”, se creó otro modelo. En vez cobrar por la lectura de los artículos a través de suscripciones, las revistas cargaron los costes a los investigadores que querían publicar. Les cobraban una cantidad en concepto de “procesamiento de artículos” (APC, en sus siglas en inglés), que varía según el factor de impacto de la revista (actualmente puede subir hasta los 10.000 dólares en las de más prestigio) –pese a que todo el trabajo técnico lo hacen, de manera gratuita, los propios científicos–, pero abrían el acceso a todo el mundo.Pavone lamenta que instituciones como la UE hayan apostado por la ciencia abierta, pero sin plantearse otro modelo al de pagar por publicar que se ha acabado imponiendo. “No se ha esforzado, ni siquiera se ha debatido, en buscar un modelo alternativo. Creo que la solución no es crear nuevas revistas” de acceso libre y sin coste para el investigador, rechaza la idea que proponen algunos científicos. “Las hay muy buenas y son las que la gente lee. Pero si la UE me paga a mí [a través de los proyectos de investigación] para que yo le pague a una editorial, ¿por qué no le pagan directamente a las academias para que gestionen sus revistas?”, se pregunta.Aguillo recuerda que “el ánimo mercantilista de las revistas no es nuevo, quizá sea más evidente. Pero antes era la biblioteca la que pagaba y estaba presionada por los investigadores para tener las suscripciones y ahora se ha pasado el coste a los investigadores, que se han vuelto más conscientes de lo que supone”. Una evolución que recuerda a la de tantos sectores, que poco a poco han ido desplazando los costes al usuario final.      ¿Qué balance global ha dejado el cambio de modelo? “El usuario final de países en desarrollo ha ganado porque tiene acceso ahora a revistas que antes no podía”, opina. “Pero han perdido los investigadores que no tengan un proyecto (sea de manera estructural o coyuntural) y han perdido los jóvenes y por supuesto los investigadores privados, que no tienen una institución detrás que pague por publicar”.         

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13/12/2025

Cambridge University Press: «La edición académica se encuentra en una encrucijada crítica». Cambio radical o habrá retroceso. Evaluación de la calidad sobre la cantidad

Publicado en Research informationhttps://www.researchinformation.info/news/cambridge-demands-radical-change-in-academic-publishing/ Cambridge exige un cambio radical en la publicación académica 16 de octubre de 2025Cambridge University Press ha publicado un informe titulado «El futuro de la edición: trabajar juntos para lograr un cambio radical en la edición académica» https://www.cambridge.org/core/services/aop-file-manager/file/68ef9df9a6c3702e57eae12a/Cambridge-University-Press-Publishing-futures.pdf, en el que se pide una acción colectiva urgente para garantizar que la edición académica sea más abierta, equitativa y sostenible. El informe se basa en una revisión y encuesta global dirigida por la comunidad a más de 3,000 investigadores, socios editoriales, financiadores, bibliotecarios y editores de 120 países.A pesar del amplio apoyo y los avances logrados en los últimos años en materia de publicación de acceso abierto, persisten barreras complejas y de larga data dentro del sistema de publicaciones académicas. Estas barreras, a pesar de los progresos realizados en materia de acceso abierto, hacen que la transición hacia un futuro más abierto y equitativo corra el riesgo de estancarse o incluso de revertirse.Mandy Hill, directora general de Cambridge University Press, afirmó: «La edición académica se encuentra en una encrucijada crítica. Todavía no se está produciendo, pero se producirá sin cambios importantes. Comenzamos nuestra revisión explorando las barreras para la transición al acceso abierto, pero descubrimos problemas sistémicos más profundos que afectan a todo el ecosistema de la investigación. Se publican demasiados artículos en revistas, lo que está causando una enorme presión. El crecimiento de las publicaciones está impulsado por los incentivos del sistema y se verá agravado por la inteligencia artificial. Necesitamos el pensamiento creativo y el compromiso de todos los actores para solucionarlo. Podemos crear un sistema que sea abierto por defecto y equitativo por diseño. Así es como nosotros, como editores, podemos apoyar mejor la investigación». La profesora Deborah Prentice, vicerrectora de la Universidad de Cambridge, afirmó: «Las numerosas partes interesadas del ecosistema de la investigación deberán escuchar este llamamiento y unirse. Se trata de un problema de acción colectiva de grandes proporciones. Las instituciones académicas, las sociedades profesionales, los financiadores de la investigación y las editoriales académicas tienen un papel importante que desempeñar en el desarrollo de un modelo más equitativo y sostenible de cara al futuro. Hay motivos para el optimismo: el informe está repleto de ejemplos de iniciativas sectoriales para cambiar las estructuras de incentivos académicos, acuerdos innovadores de acceso abierto, posibles plataformas de publicación alternativas y sugerencias concretas para mejorar el apoyo a la revisión por pares».Conclusiones principalesSi bien la gran mayoría (86 %) apoya que los artículos estén disponibles de forma gratuita, menos de un tercio de los encuestados (32 %) que participaron en la investigación consideraba que el sistema actual está en condiciones de afrontar los retos futuros. A través de talleres y entrevistas con las partes interesadas, se identificaron cuatro temas urgentes e interrelacionados: Aumento del volumen de publicaciones: en 2022, hubo aproximadamente 897,000 artículos indexados más que en 2016.[1] Este rápido crecimiento, que incluye un aumento del contenido de baja calidad o generado por IA y el auge de las fábricas de artículos, amenaza la integridad de la investigación. El 81 % de los encuestados coincidió en que este aumento ha puesto bajo presión al sistema de revisión por pares.Insostenibilidad financiera: El modelo económico predominante es insostenible, ya que las bibliotecas se enfrentan a costes cada vez mayores y un panorama híbrido que combina modelos de pago por lectura y pago por publicación socava la eficiencia.Aumento de las desigualdades: A pesar de la promesa del acceso abierto, siguen existiendo disparidades en la publicación y el acceso a la investigación, especialmente para los países de ingresos bajos y medios.Retos en materia de recompensa y reconocimiento académico: La mayoría (64 %) coincidió en que el sistema actual incentiva la cantidad por encima de la calidad en las publicaciones, lo que distorsiona la evaluación de la investigación. Solo el 33 % considera que los sistemas actuales de recompensa y reconocimiento funcionan bien. El camino a seguirLas recomendaciones del informe están diseñadas para ayudar a llevar a cabo una reforma colaborativa y sistémica, al tiempo que reconocen que las revistas y los libros de alta calidad seguirán siendo elementos fundamentales del ecosistema editorial académico. Para que el sistema prospere y satisfaga las necesidades futuras, es esencial el cambio. Las recomendaciones de Cambridge incluyen:Adaptar los sistemas de recompensa y reconocimiento académico para valorar la calidad por encima de la cantidad y apoyar los diversos resultados de la investigación.Hacer de la equidad un principio rector del acceso abierto mediante la mejora de la coordinación mundial, el apoyo institucional y la sensibilización para abordar las desigualdades sistémicas, en particular para los autores de países de ingresos bajos y medios.Apoyar plataformas de publicación alternativas creíbles y escalables, como servidores de preimpresión, plataformas comunitarias y modelos de acceso abierto diamante, además de los libros y revistas tradicionales, así como aumentar la transparencia de las editoriales en cuanto a los costes.Reconocer la revisión por pares como una contribución académica fundamental con estructuras de recompensa adecuadas, proporcionar formación y apoyo a los revisores y adoptar soluciones tecnológicas responsables para abordar la revisión por pares a gran escala. La Dra. Jessica Gardner, bibliotecaria universitaria y directora de servicios bibliotecarios de la Universidad de Cambridge, afirmó: «Las bibliotecas han sido durante mucho tiempo guardianas de la investigación y el conocimiento, garantizando su accesibilidad, fiabilidad y conservación para las generaciones futuras. Sin embargo, hoy en día, a medida que el volumen de investigaciones publicadas sigue aumentando, las bibliotecas y las instituciones se enfrentan a una presión financiera cada vez mayor, y los investigadores se ven sometidos a una mayor presión en cuanto al tiempo que dedican a navegar y mantener los registros académicos. Para abordar esta cuestión es necesario adoptar un enfoque colaborativo en todo el sector con el fin de desarrollar modelos nuevos, sostenibles y abiertos para la publicación académica». Monica Westin, directora de Desarrollo de Políticas Abiertas de Cambridge University Press, concluyó: «Incluso en este momento tan difícil, el mensaje es claro: la comunidad investigadora mundial sigue comprometida con la apertura de la investigación. Están surgiendo modelos innovadores en todas las disciplinas y regiones que señalan el camino a seguir. El próximo reto es unirnos para impulsar un cambio sistémico. Con este informe, hacemos un llamamiento a todo el ecosistema —investigadores, financiadores, bibliotecarios y editores— para que colaboren en la búsqueda de soluciones para todo el sector. Solo trabajando juntos podremos garantizar que la equidad, la calidad y la transparencia en la investigación avancen para todos».///////////////////////////////////////Cambridge demands radical change in academic publishing 16 October 2025Cambridge University Press has released a report – Publishing futures: Working together to deliver radical change in academic publishing https://www.cambridge.org/core/services/aop-file-manager/file/68ef9df9a6c3702e57eae12a/Cambridge-University-Press-Publishing-futures.pdf– calling for urgent, collective action to ensure academic publishing becomes more open, equitable and sustainable. The report draws on a global, community-led review and survey of more than 3,000 researchers, publishing partners, funders, librarians and publishers from 120 countries.Despite broad support and advancement in recent years for open access publishing, longstanding and complex barriers within the academic publishing system persist. These are in spite of the progress made in open access and mean the transition to a more open and equitable future is at risk of stalling or even reversing.  Mandy Hill, Managing Director of Cambridge University Press, said:”Academic publishing is at a critical juncture. It is not breaking yet, but will without major change. We started our review by exploring barriers to the open access transition, but we uncovered deeper, systemic issues that affect the whole research ecosystem. Too many journal articles are being published and this is causing huge strain. The growth in publishing is driven by incentives in the system, and will be exacerbated by AI. We need creative thinking and commitment from all players to fix it. We can create a system that is open by default and equitable by design. That is how we as publishers can best support research.”  Professor Deborah Prentice, Vice-Chancellor of the University of Cambridge, said:“The many stakeholders in the research ecosystem will need to hear this call and come together. This is a collective action problem of major proportions. Academic institutions, professional societies, research funders, and academic publishers all have important roles to play in the development of a more equitable and sustainable model going forward. There is every reason for optimism: The report is filled with examples of sector initiatives to change academic incentive structures, innovative open-access arrangements, potential alternative publishing platforms, and concrete suggestions for better-supporting peer review.”Key findings  While the vast majority (86%) support articles being made freely available, less than a third of respondents (32%) participating in the research believed the current system is in a good position to meet future challenges. Through workshops and stakeholder interviews, four urgent, interconnected themes were identified:   Rising publishing volumes: In 2022, there were approximately 897,000 more indexed articles than in 2016.[1] This level of rapid growth, including an increase in poor-quality or AI-generated content and the rise of papermills, threatens the integrity of research. 81% of survey respondents agreed that this increase has put the peer review system under pressure.Financial unsustainability: The prevailing economic model is unsustainable, as libraries face mounting costs and a hybrid landscape combining pay-to-read and pay-to-publish models undermines efficiency.   Widening equity gaps: Despite the promise of open access, disparities in publishing and accessing research remain, especially for those in low- and middle-income countries.Challenges in academic reward and recognition: The majority (64%) agreed that the current system incentivises quantity over quality in publishing outputs, distorting research evaluation. Only 33% feel that current reward and recognition systems work well. A way forwardThe report’s recommendations are designed to help realise collaborative, systemic reform, while recognising that journals and high-quality books will continue to be critical elements of the academic publishing ecosystem. For the system to thrive and meet future needs, change is essential. Cambridge recommendations include: Adapting academic reward and recognition systems to value quality over quantity, and to support diverse research outputs.Making equity a guiding principle for open access by enhancing global coordination, institutional support, and awareness to address systemic inequities, particularly for authors in low- and middle-income countries.Supporting credible, scalable alternative publishing platforms such as preprint servers, community platforms, and diamond open access models, in addition to traditional books and journals, as well as increasing publisher transparency on costs.Recognising peer review as a core academic contribution with appropriate reward structures, providing training and support for reviewers, and embracing responsible technological solutions to address peer review at scale.  Dr Jessica Gardner, University Librarian and Director of Library Services at the University of Cambridge, said: “Libraries have long served as stewards of research and knowledge, ensuring it is accessible, trusted, and preserved for future generations. Today, however, as the volume of published research continues to rise, libraries and institutions are facing growing financial strain, and researchers are facing greater pressures on their time to navigate and uphold the scholarly record. Addressing this requires a collaborative, sector-wide approach to develop new, sustainable, and open models for academic publishing.” Monica Westin, Director of Open Policy Development at Cambridge University Press, concluded: “Even in this challenging moment, the message is clear: the global research community remains committed to making research open. Innovative models are emerging across disciplines and regions pointing the way forward. The next challenge is to come together to drive systemic change. With this report, we’re calling on the entire ecosystem – researchers, funders, librarians, and publishers – to collaborate on sector-wide solutions. Only by working together can we ensure that equity, quality, and transparency in research advance for everyone.”

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07/12/2025

AUSTRALIA y NUEVA ZELANDA rompen negociaciones con ELSEVIER

Publicado en THE Times Higher Educationhttps://www.timeshighereducation.com/news/elsevier-boycott-looms-down-under El cierre de Elsevier se cierne sobre Australia tras el fracaso de las negociaciones sobre el acceso abiertoLas universidades de Australia y Nueva Zelanda alcanzan nuevos acuerdos «importantes» con grandes editoriales, pero las negociaciones con la mayor de ellas fracasan por cuestiones de precioPublicado el 28 de noviembre de 2025John RossTwitter: @JohnRoss49Los investigadores de las antípodas podrían perder el acceso al contenido de la mayor editorial académica del mundo, ya que la región se inclina por un boicot al estilo alemán contra Elsevier.La editorial holandesa se ha resistido a la presión colectiva de las universidades australianas y neozelandesas para que las principales editoriales académicas lleguen a un acuerdo uniforme que garantice el acceso abierto sin restricciones a los académicos de Australasia.Las otras tres editoriales —Taylor and Francis, Wiley y Springer Nature— han firmado el acuerdo, calificado como un «avance monumental» por el Consejo de Bibliotecarios Universitarios de Australasia (Caul).Sin embargo, las negociaciones con Elsevier se han roto después de que ambas partes no lograran llegar a un acuerdo sobre los precios de suscripción y las revistas que se incluirían.Hero Macdonald, presidente del comité de adquisición de contenidos del Caul, afirmó que la «transparencia en los precios» fue un obstáculo importante. «A pesar de meses de intensas negociaciones, Elsevier no fue capaz de aclararnos cómo se formulaban los precios», declaró Macdonald. «Llegamos a un punto en el que no podíamos recomendar el acuerdo con la conciencia tranquila, ya que no representaba un valor justo. Cuando lo comparamos con otras editoriales, simplemente no estaba a la altura».El director de adquisición de contenidos de Caul, Angus Cook, afirmó que Elsevier estaba buscando una prima «injustificada» por sus contenidos. «Realmente no importa desde qué perspectiva analicemos las ofertas de Elsevier. Ya sea desde el punto de vista del coste de publicación, la cantidad de uso o el precio en función del tamaño de la institución, sus ofertas siempre han sido mucho más caras que las de otras editoriales en comparación».Elsevier afirmó que se comprometía a encontrar «soluciones sostenibles» para los investigadores de Australasia. «Valoramos nuestra larga colaboración con Caul y esperamos seguir trabajando con ellos en el futuro», declaró Andrew Davis, vicepresidente de comunicaciones de Elsevier.  «Dado que las negociaciones se encuentran actualmente en pausa, reconocemos el mensaje de Caul a las instituciones para que trabajen directamente con nosotros con el fin de garantizar el acceso continuo a la lectura y la publicación durante el próximo año».Caul afirmó que había informado a sus miembros de que eran libres de negociar directamente con el gigante editorial, pero que no les había animado a hacerlo. Los miembros habían expresado un «fuerte deseo de alcanzar un nuevo acuerdo de consorcio, y entendemos que muchos están optando por esperar a que eso se consiga», afirmó la directora ejecutiva Jane Angel.  El estancamiento podría dejar a Australasia en la misma situación que Alemania, donde las universidades perdieron el acceso al contenido de Elsevier a mediados de 2018 tras negarse a renovar sus suscripciones por desacuerdos sobre los precios. El estancamiento se prolongó hasta septiembre de 2023, cuando el consorcio que representa a las universidades, Project Deal, logró un acuerdo más favorable de «lectura y publicación».El sistema universitario de California también consiguió un acuerdo de acceso abierto con Elsevier en 2021, tras boicotear a la editorial durante dos años. Las universidades húngaras, noruegas y suecas también cancelaron sus suscripciones a Elsevier por disputas sobre precios y acceso. Docenas de universidades del Reino Unido están considerando actualmente dejar que caduquen sus suscripciones a Elsevier y otras editoriales importantes por desacuerdos sobre los precios.Aunque miles de académicos australianos se sumaron en 2012 a un boicot mundial contra Elsevier, negándose a editar, revisar o aportar contenidos para la editorial, Caul afirmó que una retirada generalizada de las suscripciones institucionales a la editorial sería «sin precedentes» en la región. Entre los planes de contingencia que se están debatiendo con los miembros se incluyen los préstamos interbibliotecarios y los derechos de acceso perpetuo a la lectura.Sin embargo, los acuerdos «en principio» alcanzados con las otras tres editoriales marcaron un «hito importante» en el «cambio hacia un acceso justo, sostenible y transparente a la investigación», según se afirmó. El trío, junto con Elsevier, había firmado acuerdos de acceso abierto con Caul en 2021 y 2022, pero incluían límites confusos sobre el número de artículos que se liberarían de los muros de pago y las revistas en las que podrían aparecer los artículos gratuitos. La mayoría de estos límites, y en el caso de Taylor and Francis, todos, se han eliminado en los tres nuevos acuerdos.«Es una mejora significativa con respecto a lo que teníamos antes», afirmó Cook. «Los autores... pueden estar seguros de que pueden enviar sus artículos en cualquier momento del año y de que tendrán una vía de acceso abierto para sus investigaciones».La «contención de costes» también formaba parte de los acuerdos, según afirmó, con aumentos anuales de los costes de suscripción reducidos al mínimo.  Los investigadores llevan mucho tiempo resentidos por los beneficios multimillonarios que las editoriales académicas obtienen a costa del trabajo financiado por los contribuyentes. Los académicos producen, revisan y editan el contenido de las revistas de forma gratuita, y las universidades pagan sumas exorbitantes —más de 300 millones de dólares australianos (148 millones de libras esterlinas) al año solo en Australia— en concepto de suscripciones para acceder al material.La última ronda de negociaciones de Caul, respaldada por los grupos representativos Universities Australia y Universities New Zealand, tenía como objetivo involucrar a las principales editoriales en acuerdos modelo que también pudieran utilizarse en las negociaciones con editoriales de revistas más pequeñas./////////////////////////////Elsevier shutdown looms Down Under as open access talks collapseANZ universities notch ‘major’ new agreements with big publishers, but negotiations with the biggest break down over price concernsPublished on November 28, 2025John RossTwitter: @JohnRoss49Antipodean researchers may lose access to content from the world’s biggest scholarly publisher, as the region flexes for a German-style boycott of Elsevier.The Dutch journal house has resisted a collective push by Australian and New Zealand universities to corral the major scholarly publishers into a uniform agreement which would guarantee unfettered open access for Australasian academics.  The other three publishing houses – Taylor and Francis, Wiley and Springer Nature – have all signed on to the deal, described as a “monumental step forward” by the Council of Australasian University Librarians (Caul).But negotiations with Elsevier have broken off after the two sides failed to reach agreement on subscription prices and the journals to be included.Hero Macdonald, chair of Caul’s content procurement committee, said “pricing transparency” was a major stumbling block. “Despite months of very intense engagement, Elsevier fundamentally weren’t able to provide us with clarity on how the pricing was formulated,” Macdonald said.  “We got to a point where we couldn’t in good conscience recommend the agreement because it didn’t represent fair value. When we benchmarked it against other publishers, it just didn’t come up to scratch.”Caul’s director of content procurement, Angus Cook, said Elsevier was seeking an “unjustified” premium for its content. “It doesn’t really matter which lens we look at Elsevier’s offers from. Whether it’s from cost of publishing, the amount of usage or the price according to the size of institution, their offers have always been vastly more expensive than the other publishers in comparison.”Elsevier said it was committed to finding “sustainable solutions” for Australasian researchers. “We value our longstanding partnership with Caul and look forward to continuing to work with them in the future,” said Andrew Davis, Elsevier’s vice-president for communications.  “As [the] negotiations are currently on pause, we acknowledge Caul’s message to institutions to work directly with us to ensure continued reading and publishing access into next year.”Caul said it had briefed its members that they were free to deal directly with the publishing giant, but had not encouraged them to do so. Members had expressed a “strong desire for a new consortium agreement, and we understand that many are choosing to wait for that to be achieved”, said CEO Jane Angel. The impasse potentially leaves Australasia in the same situation as Germany, where universities lost access to Elsevier content in mid-2018 after refusing to renew their subscriptions over pricing disagreements. The stalemate lasted until September 2023 when the consortium representing the universities, Project Deal, achieved a more favourable “read-and-publish” deal.The University of California System also secured an open access deal with Elsevier in 2021 after boycotting the publisher for two years. Hungarian, Norwegian and Swedish universities also cancelled their Elsevier subscriptions over pricing and access disputes. Dozens of UK universities are currently considering letting their subscriptions with Elsevier and other major publishers lapse over disagreements about price.  While thousands of Australian academics joined a global boycott of Elsevier in 2012, refusing to edit, review or contribute content for the publisher, Caul said a widespread withdrawal from institutional subscriptions with the publisher would be “unprecedented” in the region. Contingency plans being discussed with members included interlibrary loans and perpetual read access rights.However, the “in principle” agreements struck with the other three publishers marked a “major milestone” in the “shift toward fair, sustainable and transparent access to research”, it said. The trio along with Elsevier had signed open access deals with Caul in 2021 and 2022, but included confusing limits on the number of articles to be liberated from paywalls and the journals in which free articles could appear. Most – and in the case of Taylor and Francis, all – of these limits have been lifted in the three new agreements.“It’s a significant improvement on what we’ve had before,” Cook said. “Authors…can feel confident that they can submit at any time during the year, and they will have a pathway to open access for their research.”“Cost containment” had also been part of the agreements, he said, with annual increases in subscription costs kept to a minimum.   Researchers have long resented the multibillion-dollar profits scholarly publishers amass on the back of taxpayer-funded labour. Academics produce, review and edit journal content free of charge, and universities pay exorbitant sums – over A$300 million (£148 million) a year across Australia alone – in subscription charges to access the material.Caul’s latest round of negotiations, backed by representative groups Universities Australia and Universities New Zealand, was aimed at roping the major publishers into template agreements that could also be used in negotiations with smaller journal houses.john.ross@timeshighereducation.com

Universo Abierto - Blog
05/12/2025

Análisis estratégico 2025 del ecosistema de la comunicación científica y el rol de los repositorios

Shearer, Kathleen. COAR Strategic Analysis of theScholarly Communications Environment . COAR, 27 de noviembre de 2025. Texto completo El informe presenta una visión panorámica del entorno sociopolítico que rodea actualmente a la comunicación científica y analiza las fuerzas que influirán en el ecosistema de repositorios en los próximos años. Elaborado por COAR mediante encuestas, revisión…

Universo Abierto - Blog
24/10/2025

La biblioteca de Star Wars: llevando a los lectores a una galaxia muy, muy lejana

Sarah, Erica. “The Star Wars Library: Taking Readers to a Galaxy Far, Far Away.” 1000 Libraries Magazine, 6 de octubre de 2025. https://magazine.1000libraries.com/the-star-wars-library-taking-readers-to-a-galaxy-far-far-away/ Se presenta una innovadora propuesta cultural del National Library Board (NLB) de Singapur en colaboración con Disney y el Changi Airport Group: la primera Star Wars Pop-Up Library, instalada en la Terminal…

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